Las horas del mediodía y la siesta en La posada La Bonita eran insoportables, la humedad y el calor que hacía creaban un verdadero infierno por momentos difícil de aguantar; sin un mísero ventilador en la cabaña que estaba usando tuve que recurrir a abrir todas las ventanas y puertas y esperar a que la naturaleza por momentos mande algo de viento para remediar estas pesadas horas, a veces el mismo soplaba tan caliente desde el norte que me daban ganas de estar en la comodidad de mi casa con aire acondicionado. El agua de la canilla no era potable y había que calmar la sed recurriendo a botellas de agua mineral aparentemente envasadas en Suiza por su alto costo.
Uno se las arregla, pero las aves también padecían el infierno de estos días a la sombra y con una palangana que había en el baño improvisé una bañera para que al menos tengan un lugar para refrescarse en el balcón de la cabaña.
A este Benteveo rayado lo fotografié unos momentos antes de que encuentre el lugar en donde les puse el agua.
Después de las fotos cerré la puerta para que se refresque tranquilo y no se asuste por mi presencia; cuando volví a la noche para dormir encontré la palangana vacía, aparentemente tuvo mucha concurrencia la improvisada bañera para las aves.
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